jueves, 3 de julio de 2014

La terapia de enfoque socio-histórico y las terapias tradicionales


Alejandro Rozado

La nueva psicoterapia de enfoque socio-histórico se distingue de las terapias tradicionales en varios aspectos. Aquí mencionaré brevemente las diferencias que esta terapia de nuevo tipo mantiene respecto de las terapias administradas por la gran corriente del psicoanálisis y su enfoque psicodinámico en general, así como por la terapia familiar y la socioterapia tradicional.

En primer lugar, la terapia de enfoque socio-histórico es un paso adelante respecto del enfoque psicodinámico, el cual ha privilegiado el entendimiento de los transtornos afectivos y de comportamiento a partir de una perspectiva biográfico-emocional del paciente y no tanto de los procesos conflictivos de la socialización primaria y secundaria que experimentan los hombres y mujeres de nuestra cultura.

La terapia de enfoque socio-histórico también es un avance respecto de la psicoterapia familiar (estructural o sistémica), la cual si bien atiende con eficacia las pautas de interacción en las que el paciente participa al interior de los sistemas en que se desenvuelve (familia, trabajo, etc.), carece de un enfoque crítico que observe las condiciones histórico-culturales que hacen posible dichas pautas particulares.

Finalmente, la psicoterapia de enfoque socio-histórico representa un desarrollo mayor al alcanzado por la socioterapia tradicional que practican los titulados en trabajo social, ya que éstos centran sus esfuerzos en un plano de acción inmediata de apoyo al paciente para reinsertarlo funcionalmente al medio social, pero carecen de una perspectiva teórico-social que comprenda con mayor cabalidad los cambios que están ocurriendo en la posmodernidad avanzada de hoy.

En suma, nuestra propuesta terapéutica se distingue porque:

- concibe al paciente como alguien determinado por la sociedad histórica en que le tocó nacer y desarrollarse. La solución de sus problemas, por tanto, tendrá que darse en función de su época y no en función exclusiva de su persona;

- considera que el paciente debe cuestionarse el individualismo tan característico de la modernidad, el cual presupone que la vida comienza con el yo singular y que “uno es el arquitecto de su propio destino”. En realidad, el individuo es menos todopoderoso de lo que se nos ha hecho creer. Resulta más realista percibirnos a nosotros mismos como la pequeña parte de un flujo histórico mayor que lleva un sentido propio, independientemente de nuestra voluntad, del cual no es tan fácil apartarse –al menos con tan poca conciencia;

- por tanto, nuestras más sensatas soluciones abandonan la perspectiva meramente "individualista" y están dotadas de un mayor sentido de la realidad social que nos rodea. Con la terapia de enfoque socio-histórico la noción de libertad también cambia: de un “hago lo que se me pega la gana” pasamos a un “hago lo que tengo que hacer, según me dicte mi conciencia de responsabilidad social”.

- y finalmente, la psicoterapia de enfoque socio-histórico opina que la interacción social en la que todos participamos no es una mera dinámica de juego al interior de un sistema abstracto, cuyas leyes serían válidas universalmente y como si no hubiese contextos históricos específicos que enmarcan a dichas interacciones. Al contrario, toda interacción social ocurre siempre en una época cultural e histórica compleja. Por ejemplo, el funcionamiento de una familia varía según si ésta es de tipo tradicional, moderno o posmoderno. Las alternativas terapéuticas, por tanto, varían en consonancia con lo anterior.

Para conocer más acerca de la este enfoque terapéutico, visita los artículos y ensayos del mismo tema que figuran en este blog.

 

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