miércoles, 9 de julio de 2014

Reestructuraciones


Alejandro Rozado

El pasado es lo que más cambia
JEAN-PAUL SARTRE

La intervención terapéutica con enfoque soio-histórico del pasado personal, entendido éste como una instancia viva y en continua transformación, reside básicamente en la reestructuración y en la reimprontación: dos procedimientos diferentes que poseen la misma filosofía respecto a que la historia es modificable desde el presente. Hablemos primero de la reestructuración.

Todo paciente que llega a consulta terapéutica nos narra su historia; puede que el sujeto sea muy metódico y comience a relatar hechos desde el principio, o bien comenzar a exponer sus problemas presentes y, desordenadamente, realizar flash backs que lo remonten a edades anteriores de su vida. Pero como quiera que sea, siempre hay una biografía viva latiendo atrás de la presentación de los síntomas y problemas que lo llevan a buscar ayuda terapéutica. Se trata de un relato biográfico casi siempre ya terminado, un guión concluido; y el paciente, por sí mismo, suele encontrarse sin posibilidades de aceptar modificaciones a dicho guión. Su pasado lo presupone inamovible por definición.

Otra característica de este relato de presentación del paciente es que su historia se desplaza por el nivel de hechos y circunstancias (qué ocurrió, dónde y cuándo) y poco profundiza en las ideas y creencias que condicionan lo que narra; sus referencias a niveles más elevados de la conciencia son tangenciales (por ejemplo, frases del tipo: "como mi familia viene del campo, es muy tradicional y mi madre no acepta la idea de que yo me divorcie"). O sea: el paciente expone su historia a nivel anecdótico, pero de ese anecdotario van apareciendo, de forma salpicada, símbolos con significados socio-psicológicos más profundos que fungen como verdaderas premisas narrativas.

La reestructuración del relato del paciente es esencial para que una terapia sea útil y exitosa, sobre todo en las primeras sesiones, porque trastoca la versión "fija" que el paciente trae de sí mismo y su pasado. Una reestructuración bien elaborada impacta profundamente al paciente por cuanto se le cuestiona la inmovilidad de su relato y se le revela una historia más profunda de su vida, más allá de lo anecdótico. Una intervención así logra encuadrar la terapia con un mapa más completo de la problemática del paciente; dicho mapa lo orientará para caminar con mayor claridad y sentido en su proceso terapéutico.

Veamos un ejemplo: un hombre de mediana edad, llamado Ángel, acudió a mi consultorio después de una infidelidad que cometió y que, aunque no significaba gran cosa para él, fue descubierto por su esposa. Me contó que era un profesionista que "vino de abajo" en la escala social, superándose desde niño a pesar de crecer en un ambiente hogareño y vecinal agresivo y amenazado por las drogas y la delincuencia. Sus éxitos profesionales denotaban que Ángel era un hombre de gran inteligencia y bien intencionado que procreó una familia con mejores oportunidades de vida. Sin embargo, mi paciente no se explicaba por qué ese potencial suyo no se reflejaba en un progreso económico consecuente: casi todos sus proyectos profesionales y de negocios terminaban malogrados. Me describía cómo iniciaba con entusiasmo un buen proyecto y a mitad del camino lo abandonaba inexplicablemente. "Creo que tengo baja autoestima", concluyó al final de su relato. Ángel esperaba de mí, lógicamente, un tratamiento que "le subiera la autoestima", pues él creía que estaba fallando por esa causa -y que implícitamente era culpa suya. Sin embargo, reestructuré su historia de esta manera: le dije que su autoestima estaba bien, que su problema era mucho más profundo, pues a pesar de sus esfuerzos conscientes -y hasta heroicos- por sobresalir y dejar atrás su origen social, su mente inconsciente sostenía todavía un pacto de lealtad con su familia y sus amigos de infancia (quienes terminaron muertos o en la cárcel sin excepción: sólo Ángel se salvó de semejante destino). En virtud de ese tremendo pacto originario, cualquier progreso de mi paciente estaba cargado de culpas y de una oculta sensación de traición a "los suyos". De ahí que todos los proyectos que emprendiera tenían que ser abortados para alinearse a esa especie de ley social implacable e infalible que actuaba sobre él. Después de entrar en más detalles que reforzaban esta reestructuración, Ángel reconoció que jamás había visto su problema desde este ángulo y que le parecía profundamente esclarecedor de su problema, de tal modo que lo terapéutico, en su caso, no era meramente "subir su autoestima" sino disolver de algún modo su pacto originario de lealtad.

Como se puede desprender de este sencillo ejemplo, la reestructuración es también una narración, pero que relata la historia del paciente no a partir de lo anecdótico y circunstancial sino a partir de las ideas y creencias (el pacto de lealtad) que forman la verdadera matriz de la historia. Mientras que el relato inicial del paciente suele ser inductivo, el de la reestructuración es deductivo.

Pero lo más importante es que la reestructuración revela al paciente una socialización fundacional perfectamente organizada desde los niveles más profundos de conciencia hasta los más superficiales (desde las creencias socializadas del sujeto hasta los contextos particulares de ciertas conductas específicas). Aquí está el punto clave de la psicoterapia de enfoque socio-histórico: concebir los problemas terapéuticos como derivados de socializaciones tanto del pasado como del mismo presente.

Desde luego, para elaborar toda reestructuración se requiere que el terapeuta disponga de ciertos recursos empáticos con el paciente y una habilidad intuitiva que no proporcionan, por cierto, las disciplinas racionales sino las artísticas. Pero eso es tema de otro artículo. Aquí lo importante es que entendamos que la reestructuración está compuesta por los mismos elementos constitutivos del relato anecdótico del paciente, pero configurados de otra manera según la cual el resultado es de un significado más profundo y acertado para el sistema terapéutico (el paciente y el terapeuta). En este sentido, se trata de una operación caleidoscópica: con sólo hacer un giro sobre los mismos elementos del relato original obtenemos otra figura fascinante: un relato más hondo.

También la reestructuración del relato puede compararse con un ajuste óptico de nuestro pasado. Como con cualquier lente fotográfica que encuadra cierta realidad, una imagen resultante puede enfocar cierto objetivo situado en algún plano de profundidad de la cámara, prescindiendo del foco de otros objetos colocados en planos más cercanos o lejanos. Pero un ajuste del mismo lente, y con el mismo encuadre de la realidad, puede ofrecer otra imagen en que destaquen con mayor nitidez y precisión otros objetos -en detrimento incluso del elemento focalizado por la imagen inicial.

En otro artículo abordaré en qué consiste la reimprontación, la otra manera socioterapéutica de intervenir desde el presente sobre nuestro pasado.

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